Cada vez más personas, sobre todo mujeres, se lanzan a explorar el mundo de la cerámica, que muchos comparan con “el nuevo yoga”. Pasear por algunas calles de Barcelona es como hacer un recorrido por talleres de cerámica en cada esquina. La tendencia crece y con ella, la cantidad de quienes ven en esta actividad una forma de desconectar y encontrar un espacio para sí mismos.

Los precios de las clases varían entre 35 y 52 euros si son puntuales, y las mensualidades rondan los 105 euros. Lo interesante es que muchas de estas usuarias vuelven semana tras semana, formando una comunidad bastante fiel. Pero, ¿es rentable abrir un taller de cerámica en estos tiempos? La inversión inicial, según Blanca de Gomar, fundadora de Recrea Taller de Cerámica, puede estar entre los 25.000 y los 40.000 euros, considerando materiales, tornos, hornos y otros utensilios necesarios.
¿Cuál es el motivo por el que cada vez más gente se anima a probar? Pues desde la pandemia, que nos hizo valorar más el contacto real y la conexión con el presente, ha crecido tanto este sector. La psicóloga Aida Jurado, experta en Recursos Humanos, comenta que en un mundo cada vez más digital, actividades como la cerámica nos ayudan a desconectar y a volver a sentir esa cercanía física que tanto necesitamos. Ella explica que el proceso requiere atención plena, concentración y paciencia, lo que ayuda a reducir el estrés y a centrarse en el momento presente.
Para Paula Serrano, una de las muchas que asisten a estos talleres, la experiencia es casi terapéutica: “La dedicación y la paciencia que requiere hacer una pieza me ayudan a relajarme y a desconectar de todo lo demás”. La cerámica, además de ser una manualidad, se ha convertido en una forma de meditación activa, donde cuerpo y mente se unen en un acto creativo y relajante.


