La industria española respira tras meses de caída

La industria cerámica española respira, al menos un poco. Durante 2024, las empresas del sector fabricaron 416 millones de metros cuadrados de azulejos, un 5,6% más que el año anterior. Es un dato positivo, sin duda, que apunta a una leve recuperación tras varios ejercicios complicados. Sin embargo, el sector sigue lejos de aquellos años en los que se rozaban los 500 millones de metros cuadrados. Aquel ritmo, por ahora, es solo un recuerdo.

Uno de los factores que han aliviado ligeramente las cuentas ha sido la energía. La factura energética se situó en torno a los 800 millones de euros, un descenso del 23% respecto a 2023. Aun así, el coste sigue pesando mucho: supone el doble que hace apenas cinco años y representa el 16% de la facturación total. Es decir, aunque se ha contenido, la energía sigue siendo un tema delicado para muchas compañías.

Los datos del Índice de Producción Industrial (IPI) para el sector eran algo más bajos, pero tras ajustar cifras con las encuestas internas y los datos de consumo energético, se confirma la tendencia al alza. También creció la producción de tierra atomizada —materia clave en el proceso— un 6,6% más que el año anterior.

En cuanto a la estructura empresarial, el censo de fabricantes se mantuvo en 105 empresas en activo durante 2024, una cifra muy similar a la de ejercicios anteriores. De ellas, tres de cada cuatro son pymes, mientras que el 24% son grandes compañías. Y son estas últimas, aunque menos numerosas, las que acaparan cerca del 80% de la producción total. La concentración sigue siendo muy alta.

También continúa cambiando el tipo de producto que se fabrica. La pasta blanca, que hace una década apenas representaba la mitad del total, ya supone el 87% de la producción. El uso de pasta roja, en cambio, se reduce cada vez más. Es una transformación que ha ido ocurriendo poco a poco, casi sin hacer ruido, pero que define claramente hacia dónde va la demanda.

En los procesos, no hay grandes sorpresas: la monococción se impone con claridad y la bicocción es casi anecdótica. Lo mismo ocurre con el método de conformado, donde el prensado sigue siendo prácticamente la única técnica utilizada, con un 98,7% del total.

El producto estrella sigue siendo el gres porcelánico, con el 69% del total. Cada año refuerza su posición, empujado por la versatilidad que ofrece y la demanda internacional. Le siguen el azulejo, con un 23,7%, el gres —incluido el rústico— con un 5,5%, y otros formatos como mosaicos o piezas especiales, que en conjunto apenas alcanzan el 1,8%.



Dentro del propio porcelánico, destaca el crecimiento de la lámina cerámica, esos grandes formatos que superan el metro cuadrado. En 2024, su producción creció un 26% y ya representa el 7% del total del porcelánico. Por el contrario, el gres espesorado pierde peso y se queda en el 1,5%.

Esperanza para 2025


En definitiva, el sector cerámico encara 2025 con más movimiento y cierta esperanza, pero también con los pies en la tierra. Ha crecido, sí. Pero aún no ha recuperado su velocidad de crucero. La energía, los costes y un mercado global cambiante siguen marcando el pulso de una industria que avanza con cautela, pero sin detenerse.

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